Por: John Del Río.
Julio de 2008.
Medellín.
Despertó exaltada, el sol estaba ya alto, se hallaba sola en casa, la terrible pesadilla y el sonar de una sirena de ambulancia la regresaban a su realidad. Era lunes, se incorporó en su cama y recordaba cada detalle de su sueño, Gustavo su hermano muerto años atrás se le presentó en una habitación con marcas de humedad, cuando ella lo vio sintió una profunda alegría de hablar con él de nuevo, le pregunto -“¿dónde has estado?¿ dónde te habías metido?”, - solo escuchó de él sicht y un silencio acompañado de un gesto con el dedo índice cruzando su boca, -“¿a qué has venido? ¿Por quién viniste?” - la levantó tomándola de sus codos sin mucho esfuerzo e inmediatamente la volvió a depositar en el piso; luego como huyendo de ella se perdió su figura tras unos muebles en desorden de aquella casa húmeda y de color triste. Nunca había soñado con un muerto y su hermano que tanto quiso la había asustado de tal manera que lloraba recordando todos sus muertos, su padre, su madre, los amigos de infancia caídos en la guerra de pandillas, ahora un ligero instinto le dejaba el seguro presentimiento que sería ella por quien su hermano había venido, pronto cambio su estado de tristeza por un júbilo y una alegría tal que salto de su cama en búsqueda de algo para comer. Encendió la radio buscando su emisora favorita, aquella de canciones rumberas y que desde la mañana saludaban a los oyentes, bailaba mientras preparaba su café, el sol entraba por las ventanas con una intensidad propia del trópico; recordó la noche anterior y el diálogo sostenido con Armando sobre la necesidad de sentir la música cuando se baila, y se dijo para si -“bailare hoy para despedirme de esta tierra sabrosa”.
Berenice del Solar llamo luego de tomar una ducha a su amigo Armando Laverde - “quieres ir a bailar con migo al barcito ese en que conociste a Julia”- al otro lado de la bocina se hallaba un Armando en ropa interior que apenas despertaba con el sonido insistente del teléfono celular, - “claro iré por ti a las seis de la tarde” - y se despidieron sin más palabras; ella colgó pensando de nuevo en su sueño, abrió la puerta de la entrada principal y decidió tomar el sol en unas piedras que a manera de asientos estaban en el jardín, sintió como el sol se posaba sobre su espalda y sus piernas casi desnudas, pensativa recordaba los juegos que de niños tenia en este jardín ahora cubierto casi todo por el cemento; mientras en estas se hallaba levantó la mirada para encontrarse con la de Mauricio su vecino morboso quien le sonreía y le decía - “amaneciste con frio”- no le respondió a aquél sujeto extraño del que todos hablaban sobre sus prácticas satánicas, se levantó y de un portazo dejó atrás la sonrisa libidinosa de Mauricio.
Berenice poseía una extraordinaria manera de cambiar de ánimo, como si en ella se superara los odios y rencores del ser humano y se transmutaran en alegres pensamientos, recordó de nuevo el sueño mientras bailaba y tarareaba el son cubano que sonaba en la emisora - “yiri, yiri bom- yiri, yiri, bom, yiri, yiri bom, ueh- yiri, yiri bom, yiri, yiri bom, ueh- yiri, yiri bom, yiri, yiri bom, yiri, yiri bom. -yimboroooooo, yimboroooooo, yimboroooooo , yimboroooooo, yimboroooooo, yimboroooooo, te gusta mulata la rumba, te gusta mulata la conga, bailar al compas del cajón, tocado por manos de negros cubanos que hayan jurado tocar el tambor….
mientras esto hacia con esta melodía, se le hacia más claro que éste sería su ultimo día, y daba vueltas con alegría, extraña manera de sentir la música ella que siempre había pensado en la muerte como algo triste, recordaría entonces aquel escrito en la pared del baño en el bar “la muerte alegre es lo mejor” firmado por una tal Patricia que tanto le había hecho pensar y que fuera tema de diálogos con sus escasas amigas, pues era más de la compañía de los hombres que gustaban de la música y el baile, llevaba por dentro un hombre como decía su abuela Dolores Pradera, rezandera y fiel seguidora de la legión de María.
Buscó entre la ropa de su closet algo con que estar hermosa para la ocasión, probo sus jeans, sus faldas con apliques de colores estilo carnaval que le enviaran sus tías de los Estados unidos y que siempre le parecieron un regalo propio de quien no la conocía, de tanto escoger opto por un vestido rojo que nunca había usado y que compro su madre tiempo atrás para el casamiento de Gustavo por los días en que lo mataron. Lo extendió sobre la cama, sus recuerdos pasaban mientras la mano deslizaba por la suave tela, tiró de nuevo la tristeza y aumentó el volumen de su equipo de sonido, esta vez para cantar un tema de Héctor Laboe “…¿de qué tamaño es tu amor?, ¿ cuánto vale para mí si tuviera que comprarlo? y haber perdido la opción anda y dime por favor ¿cuanto vale una ilusión aunque sea para vivir?, ¿de que tamaño es tú amor?....bailaba muy bien la salsa desde niña nuestra futura difunta, gracias a las enseñanzas de Gustavo, rumbero conocido en el bar la fuerza de renombre en la ciudad; cuando llegaba a los bailes o fiestas familiares, todos le hacían corrillo para disfrutar del encanto con que solía resolver cada vez con pasos nuevos el ritmo de la música en su cuerpo. Era ya costumbre verla sonreír mientras daba vueltas y paseaba con soltura su escultural cuerpo, lo que enloquecía a no pocos jóvenes, viejos y hasta las mujeres, algunas con envidia de no poder robar las miradas y los comentarios de quienes la observaban. Recordaba mientras esto hacia, que en una celebración familiar su tío Julio, le había prometido enviarla ha estudiar baile a la capital, cuanto espero aquella promesa que como todas no se cumplió, ya era tarde para echar culpas por lo no vivido, no arruinaría sus ultimas hora en pensamientos sin sentido y menos en sentimientos nacidos del cristianismo familiar, aquel que prometía el cielo y lo negaba con la culpa.-”… ¿de qué tamaño es tu amor? dime sin ningún temor , que yo atento esperare, dímelo cariño, que me estoy muriendo, que yo te quiero a ti, dime cariñito te lo estoy pidiendo….. Miró a través de la ventana como una acción inconsciente para ver nada y continuo bailando y cantando … ya no soporto el dolor, ni esta loca tentación que voy sintiendo por ti, dímelo cariño que me estas matando, anda mamita hay sí, dilo cariñito te estoy esperando, de que tamaño eres tú ¿ cuanto valdría un cielo azul si un día le faltase el sol?, mermo el volumen de la música para atender el teléfono, “ hola Armando” al otro lado este le diría “ mira es que estaba entredormido cuando me llamaste esta mañana, ¿qué adónde iremos?. “Al bar donde conociste a Julia” - “no yo no puedo ir por allá”- “y ¿por qué?” “no esto está caliente” respondió Armando con su característico acento malevo - “entonces adónde iremos? Porque yo me muero de ganas de bailar” - “donde siempre Bere mi amor” “esta bien bienes por mi” - y sin entonces despedirse Armando, colgó la bocina y aumentó el volumen de nuevo. Nada lograría aquella tarde que se truncara su alegría, solo que se silenciara el mundo y eso seria imposible, todo se apagaría para ella pero el mundo seguiría sonando con sus músicas de siempre y otras tantas que ella no escucharía, así había sido y así sería cuando ella no estuviera más que en el recuerdo de aquellos que la conocieron y que pronto olvidarían, como suele suceder.
Paso toda la tarde bajo el influjo de la música, como todos deberíamos pasar las nuestras, sintió el sudor correr por su cuerpo y un deseo fuerte robo su voluntad, quiso ser una con el agua, he inmediatamente desnudase el cuerpo y mientras la música sonaba corría en búsqueda del agua de la ducha, dejo correr el agua mientras allí se detuvo para mirar su cuerpo y reconocer en él lo escrito que el tiempo dejaba en ella; todo el lado derecho de su cuerpo como única verdad, recordaba lo que la vida de manera violenta pero certera la había enseñado, algunas veces buscado como cuando quiso caminar de niña sobre el basurero del vecindario, o como cuando decidió cargar los explosivos para la revuelta contra los dueños de los vehículos de transporte público que organizara con amigos hacia apenas unos años y que terminara con dos muertos y su pierna quemada; ingreso a la ducha, dejo de pensar para sentir, mientras parafraseaba al poeta “pensar es tener los ojos enfermos”, y diciendo con sus propias palabras “pensar es tener los sentidos enfermos”, entre lo poco que dejaban escuchar la ducha y la música con su alto volumen alcanzo a oír el sonido del teléfono, recordó que Armando pasaría por ella a las seis, presto oído atento, pero, ya no escucho más que la música de Celia Cruz y su Juancito trucupey …. “Juancito trucupey –me dijo que tiene una fiesta formal -pa tocar con su tambora haya por la madrugada – Juancito Trucupey – muchachos - es un hombre popular- a veces- hay Juancito Trucupey- compadre- es un hombre popular…. – salió desnuda moviendo su cuerpo al son del piano y la trompeta, cantando con gran alborozo este tema sin igual que con fuerza hablaba de un hombre que hacia lo que quería aunque su mujer no gustara de ello. sonó de nuevo el teléfono, lo dejo sin mayor prisa, hasta que al otro lado la paciencia de Armando que poca tenia, casi le hace colgar, “hola”- dijo suavemente- “Bere no puedo recogerte a las seis se me presentó un problemita” – a lo cual ella respondió “solo la muerte es precisa” dejando todo en silencio con estas palabras que no sabia por que las decía, “dame una hora más y te recojo” cortando así la conversación, entre ellos no era asunto extraño la demora o el incumplimiento a una cita, lo cual la hizo pensar que si él no llegaba iría sola a la taberna con tal de bailar y morir alegre.
Llego el momento de salir y cuando estaba ya en la calle, se encontró de nuevo con el morboso vecino, esta vez no ya con palabras la interpelaba, sino con un gesto que lo caracterizo siempre, saco la lengua y la recorrió por sus labios mientras la miraba, ella trastocó la esquina y caminó cuesta abajo en búsqueda de un vehículo que la llevara a la taberna “ el rincón del salsero”. Sintió la felicidad de estar viviendo no ya su último día, sino de que su muerte fuera de noche, le encantaban las noches y si eran frías mejor, le parecía que siempre deberíamos estar de noche, gustaba del sol, pero amaba las noches por su magia y cercanía con la rumba, aunque para ella no fuera obstáculo sentir la rumba de día, decía siempre - “rumba y noche que pareja tan feliz”.- la vi llegar a la taberna, mi soledad buscaba sitios como ese donde la gente se hace feliz, el vestido rojo y su cabello negro le daban un aire embrujador capaz de robar las miradas de los transeúntes que en su afán cotidiano regresaban a sus casa después de un primer día de trabajo, estos no sentían la noche más que en la congestión vehicular propia de estas horas, se veía extraña para aquellos ojos enseñados a ver lo que los hicieron ver desde siempre, la belleza de los fines de semana, la aceptada como recompensa por las labores terminadas, la establecida por la sociedad de consumo y producción.
Berenice nunca presto atención a las miradas, llego a decirme que poco importaba quien te miraba - “¿quien podría hacerte creer algo diferente de ti por una simple mirada?”- “ ¿qué podría cambiar unos ojos como los de Mauricio?” – decía- mientras soltaba una risa loca.
Sentada en la barra seguía el ritmo de la salsa con sus pies, los que allí nos encontrábamos éramos clientes asiduos, amantes sino de la música, de pasar el tiempo en otro lugar que no fuera las casas, bailó con un flaco que la miraba desde que la vio entrar, nunca se negaba para sentir y pasear su cuerpo por la pista, el improvisado parejo apenas si podía seguir aquella bacante loca, los demás observábamos su natural soltura y contemplábamos al flaco ese con cierta reveladora verdad que nos decía que algo no estaba bien en su forma de sentir la música, terminó la canción y la bacante regresó a la barra para pedir a Pacho su melodía favorita, - “deja que suene”- le dijo- “la vida es un Carnaval “ de Celia Cruz, Pacho que admiraba su alegría no tardo en complacerla …. “ todo aquel que piense que la vida es desigual- tiene que saber que no es así- que la vida es una hermosura-hay que vivirla- todo aquel que piense que esta solo y que esta mal – tiene que saber que no es así que no hay nadie solo – siempre hay alguien… cantaba mientras con una sonrisa miraba hacia la entrada esperando ver entrar a su amigo Armando, pasaron dos horas hasta que por fin llegó, sudoroso y con cierto aire extraño, “hola Bere”, saludo mientras seguía su caminar rumbo al baño que se hallaba al final del lugar, comenzó una canción que todos salieron a bailar y que Pacho utilizaba para subir el ánimo de sus clientes y propiciar las compras… “ la exseñorita no ha decidido que hacer- en su clase de geografía – la maestra habla de Turquía mientras que la susodicha en su dilema …. Armando salió del baño con la idea que desde que el teléfono celular sonó en la mañana y lo sacó de su pesadilla premonitoria, no le había dejado de dar vueltas en la cabeza, hacerse acompañar en la muerte de la belleza de Berenice y levantando el arma que ya traía en su mano derecha la apunto en dirección de la barra donde ella se encontraba, Berenice del solar pudo ver con claridad, aunque, los bailarines en su accionar le interferían por instantes, no la apresó el miedo, sino, que sin temor corrió para abrazar no a Armando, sino, al revolver que nunca escuchó por que se hallaba con todos los sentidos puestos en la música, supo entonces que había llegado el momento, todos gritaron mientras ella sonreía y caía al piso.
Armando corrió abandonando el lugar, al llegar a la salida lo esperaba su problemita, “la muerte que le llegaba como un ladrón a media noche”, quedo tirado en el piso luego de no se cuantos tiros de escopeta.
El cuerpo de Berenice fue recogido por algunos de los presentes que aún tenían la esperanza de hallarlo con vida, descendieron con ella hasta la planta baja y se apuraron a detener el tráfico para llevarla al hospital, un taxista que apenas salía de su casa en búsqueda de “una carrerita” fue el que llevó a nuestra bacante.
El piso del lugar quedó impregnado de sangre de Berenice, por allí pasaba su vecino Mauricio, el cual, se inclinó, toco la sangre con su dedo índice y lo llevó a su boca, luego de lo cual dijo “esta mujer era dulce”.
miércoles, 23 de julio de 2008
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